Nuevos retos educativos

César Bona: único finalista español entre los 50 mejores maestros y maestras para el Premio Nobel de la Educación.


César ha escrito obras de teatro para enseñar a leer a niños de 10 años; se convirtió en alumno de cajón de un niño gitano para vencer al absentismo; hizo un película muda para unir a dos niños y sus familias que no se hablaban; un documental para que los niños respetaran y valoraran a los ancianos y creó una protectora virtual de animales dirigida por niños que ahora tiene miles de seguidores en todo el mundo. Ha recibido premios nacionales e internacionales por fomentar la creatividad, la innovación y la sostenibilidad en la educación y cree en una enseñanza más allá de los libros y las guías docentes. Una educación que empodere, que inspire y que a través de las emociones y las experiencias, saque lo mejor de los niños del futuro.





Educar a las nuevas generaciones es una obligación de toda la sociedad y en ésta tarea los niños y las niñas han de ser los protagonistas de su propio aprendizaje. Todas las materias son importantes pero, es necesario incorporar en el currículo escolar, el tratamiento específico y concreto de la educación en valores del desarrollo de la inteligencia emocional.

Así, aludiendo a César Bona, el factor humano (aspecto esencial para desarrollo como personas) es mucho más relevante que los varemos estandarizados de evaluación mediante calificaciones numéricas.
No podemos olvidar que durante la infancia los seres curiosos por naturaleza, debemos adquirir el hábito de escucharles y dejarles que se expresen, difuminando la jerarquía niño- adulto/maestro y empezar a hablarles directamente, de tú a tú. Sólo de este modo aprendemos conjuntamente los unos de los otros. Ya nos lo advirtió César: “Una persona deja de aprender no porque se haga mayor, sino porque deja de tener curiosidad”.




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